viernes, 18 de julio de 2014

La influencia de la tecnología en el desarrollo de los niños

Recordar los viejos tiempos en los que éramos niños puede ser útil para intentar comprender los problemas a los que se enfrentan los niños de hoy. Hace solo 20 años, los niños jugaban todo el día al aire libre, montaban en bicicleta, hacían deporte y construían fuertes. Los niños de antes, con su dominio de juegos imaginarios, creaban su propia forma de divertirse, que no necesitaba un equipamiento costoso ni la supervisión de los padres. Los niños de antes se movían... mucho, y su mundo sensorial era natural y sencillo. Antes, la familia pasaba gran parte del tiempo limpiando y trabajando en la casa, y los niños tenían obligaciones que cumplir a diario. La mesa del comedor era un lugar central en el que las familias se reunían para comer y hablar de cómo había ido el día, y después de cenar se convertía en el sitio en el que se hacían bizcochos, trabajos manuales y deberes.

Hoy las familias son diferentes. La influencia de la tecnología en una familia del siglo XXI está fracturando su base y causando una desintegración de los valores fundamentales que hace tiempo eran el tejido que las unía. Los padres tienen que hacer juegos malabares con la escuela, el trabajo, la casa y la vida social, y dependen enormemente de las tecnologías de la comunicación, la información y el transporte para lograr unas vidas más rápidas y eficientes. Las tecnologías del entretenimiento (televisión, internet, videojuegos, iPads, teléfonos móviles) han avanzado con tal rapidez que las familias apenas se han dado cuenta del enorme efecto y los grandes cambios que han supuesto en su estructura familiar y su estilo de vida. Un estudio llevado a cabo en 2010 por la Kaiser Foundation mostraba que los niños en edad de primaria consumen un promedio de 7,5 horas diarias de tecnologías del entretenimiento, el 75% de ellos tienen televisor en su dormitorio, y el 50% de los hogares estadounidenses tienen la televisión encendida todo el día. Ya no hay conversación en torno a la cena, sustituida por la gran pantalla y la comida para llevar.

Los niños recurren a la tecnología para la mayor parte de sus juegos, lo cual reduce los retos para su creatividad y su imaginación y los obstáculos necesarios para que su cuerpo adquiera un desarrollo sensorial y motor óptimo. Los cuerpos sedentarios y bombardeados con estímulos sensoriales caóticos generan retrasos en el cumplimiento de las etapas del desarrollo infantil, con las consiguientes repercusiones negativas en las aptitudes esenciales para la alfabetización. Los jóvenes de hoy, preparados desde el principio para la velocidad, llegan al colegio con problemas en su capacidad de autorregulación y de atención, dos elementos necesarios para aprender, y que al final acaban por ser problemas importantes de control del comportamiento para los profesores en el aula.

¿Cuál es, entonces, la influencia de la tecnología en el desarrollo del niño? Desde el punto de vista biológico, los sistemas sensorial, motor y de apego del niño, en pleno desarrollo, no han evolucionado para englobar el carácter sedentario pero enloquecido y caótico de la tecnología actual. La influencia de la tecnología y sus rápidos avances en el desarrollo del niño incluye un aumento de los trastornos físicos, fisiológicos y de conducta que los sistemas educativos y sanitarios están apenas empezando a descubrir y, desde luego, no comprenden todavía. La obesidad y la diabetes infantiles son ya epidemias nacionales en Canadá y Estados Unidos, y sus causas están relacionadas con el uso excesivo de las tecnologías. Hay diagnósticos de trastorno de déficit de atención e hiperactividad, autismo, trastorno de coordinación, retrasos en el desarrollo, habla ininteligible, dificultades de aprendizaje, trastorno del procesamiento sensorial, ansiedad, depresión y trastornos del sueño asociados al uso excesivo de las tecnologías y en alarmante aumento. Una mirada más detallada a los factores cruciales para cumplir las etapas de desarrollo y los efectos de las tecnologías en esos factores ayudaría a los padres, educadores y profesionales sanitarios a comprender mejor las complejidades de esta cuestión y a construir estrategias eficaces para reducir el uso de la tecnología.

Cuatro factores críticos y necesarios para un desarrollo saludable del niño son el movimiento, el tacto, la conexión humana y el contacto con la naturaleza. Estos tipos de aportaciones sensoriales garantizan el desarrollo normal de la postura, la coordinación bilateral, los estados óptimos de excitación y la autorregulación que hacen falta para adquirir las bases necesarias para la escolarización. Los niños pequeños necesitan dos o tres horas al día de juegos activos para adquirir una estimulación sensorial apropiada de sus sistemas vestibular, propioceptivo y táctil. La estimulación táctiol recibida al tocar, abrazar y jugar es fundamental para el desarrollo de la praxis, las pautas planificadas de movimiento. Además, el tacto activa el sistema parasimpático, que disminuye el cortisol, la adrenalina y la ansiedad. La naturaleza y el espacio verde no solo ejercen una influencia tranquilizadora sino que restablecen la atención y fomentan el aprendizaje.

Fuente: http://m.huffpost.com/es/entry/4043967

Forma divertida para aprender


VÍDEO

saliendo de las rutinas de lectura, vemos esta serie que es una de las cuales ayudan a los niños a aprender. Llamada playa sésamo.
Se podría decir que con vídeos los niños pueden estar mas estimulados, a divertirse aprendiendo cosas nuevas y mejores y que ayuden a su crecimiento y desarrollo.

FUENTE-https://www.youtube.com

viernes, 11 de julio de 2014

Como crear el habito de lectura en los niños (También hace parte de recrear)


Todos sabemos lo importante que es para el desarrollo intelectual de los niños adquirir el hábito de la lectura. Por tanto, partiendo de la base de que todos los niños imitan el comportamiento de sus progenitores, si los padres son aficionados a la lectura, a los pequeños les terminará picando el gusanillo del libro. Una buena manera de iniciar a los niños en la lectura es a través de los cuentos.

Actualmente, hay multitud de cuentos diversos: unos vienen con pegatinas, otros son colorear o traen desplegables. Es importante que el niño escoja el libro que le gusta para que tenga interés por leerlo. Evita que lo haga en contra de su voluntad, porque es posible que esta actividad produzca en él el efecto contrario.

Motivar en la lectura a los niños

La gran dificultad a la hora de motivar al niño en la lectura reside en la falta de conocimiento, que tienen muchos padres, a la hora de situar a su hijo en este camino. El interés por la lectura puede ser sugerido al niño de una forma sencilla, espontánea y duradera, si tu hijo empieza a tener contacto con los libros desde muy pequeño, antes incluso de aprender a leer.

Si los niños están familiarizados con los libros, según algunas investigaciones, se encontrarán más preparados para tener éxito en los estudios. El acto de leer o simplemente de ojear un libro estimulará la inteligencia, la imaginación y la creatividad de los niños. Empieza hoy mismo a construir ese hábito diario tan enriquecedor para él y haz de tu casa una gran biblioteca. ¡Motiva a tus hijos a que lean!.
Consejos para fomentar la lectura en los niños

1. Predica con el ejemplo. Para empezar, es necesario que tu hijo te vea, siempre que sea posible, con un libro en la mano. Los niños sentirán más interés por leer un libro si ven que este hábito está presente en su entorno. Piensa que a los niños les encantan copiar eimitan como una forma de aprendizaje. Si ellos notan que te gusta leer y que tratas los libros con cuidado y respeto, ellos probablemente, harán lo mismo.

2. Fomenta el contacto con el libro. Es necesario estar convencido de que la lectura debe ser empleada como una forma más de diversión y no como una obligación. Los libros no deben ser introducidos en el entorno cotidiano del niño sólo cuando empiece la escuela o esté aprendiendo a leer. El contacto con los libros debe empezar antes.

3. Estimula sus sentidos. Cuando el bebé consiga sentarse firme en el suelo o en la cuna, ofrécele libros para que los maneje. Cómprale cuentos educativos, ¡le encantará!. Existen en el mercado pequeños y curiosos libros hechos con tela, e incluso con material plástico, indicados para el juego a la hora del baño.

Existen también pequeños diccionarios para que tu bebé se vaya familiarizando con las palabras, las letras, relacionándolas poco a poco a la imagen. El secreto a esta edad es hacer que el bebé vea el libro como un juguete más, con el cual podrá aprender, tornarse mayor, descubrir, crear fantasías, y oír muchas historias interesantes y encantadoras. Al principio, trata de dar preferencia a los libros ilustrados, con pocas palabras, y haz que tu hijo lo toque, lo acaricie y lo huela. Existen libros que contienen sonidos, trozos de lana y otros materiales para que los bebés disfruten también con el tacto. ¡Los hay también con olores!

4. Léele en voz alta. Cuando ya sea más mayorcito, lo ideal es leerle en voz alta, siguiendo siempre las historias del libro. Actualmente, muchos libros se venden con CD, una idea genial que encanta a los más pequeños. Dedica un rato todos los días para compartir con tus hijos en brazos el placer de leer un cuento, lejos de las distracciones de la televisión. Empieza con los cuentos tradicionales, clásicos, pero fundamentalmente elige libros que le agraden. Si un libro resulta aburrido, olvídalo y busca otro que sea más interesante.

5. Llévale a la biblioteca. Cuando tu hijo pueda estar quieto en un lugar cerrado, llévale a visitar una biblioteca. Así, el niño tendrá la oportunidad de familiarizarse con los libros, aprendará a manejarlos y estará construyendo una amistad y un lazo con la lectura. Deseará volver muchas veces para elegir el libro que quiera.

6. Regálale libros. Otra forma de estimular el interés del niño por los libros, es convertir un libro en un premio. Cada vez que tengas que premiar a tu hijo por algo importante, regálale un libro sobre su tema preferido.

7. Anímale a participar de la lectura. Cuando termines de leer el cuento, pídele que te cuente lo que pasó con algún personaje, o incluso anima a tu hijo a adivinar lo que pasará al final. Aprovecha para hacer comentarios sobre las situaciones buenas y malas, y compara un fragmento de la historia con sus experiencias, haciéndole preguntas como: "¿qué harías en su lugar?, ¿a qué nos ocurrió lo mismo un día?".

8. Enriquece su biblioteca. Cuando sientas que tu hijo ya se interesa por las historias, se involucra con la trama, se identifica con los personajes, empieza a participar y a imaginar distintos finales, no dejes de sorprenderle con nuevos cuentos. Es recomendable dar continuidad a esta costumbre, abasteciendo siempre vuestra casa con nuevos libros y revistas.

jueves, 3 de julio de 2014

El primer dia de clase

Si su niño llora el primer día de clases, es normal; si llora la primera semana, también puede ser normal; pero si pasa un mes de clases y no ha dejado de llorar, es momento de preocuparse e incluso pensar en cambiarlo de colegio.

Cuando la prueba del primer día de clases no se supera, vienen los dolores de cabeza para los padres de familia.

El Universal habló con una profesional del área, para ayudarle a los padres a analizar estas situaciones y a tomar buenas decisiones en estos casos.

“Hay varios aspectos que analizar en este sentido: lo primero es preguntarnos si el niño está en la edad adecuada para empezar a estudiar y si lo hemos preparado para ingresar al colegio. También es indispensable evaluar muy bien la institución educativa en la que estará el niño y tener varias opciones, en caso de que una falle”, explica la psicóloga Janeth Carballo, Especialista en Desarrollo Personal y Familiar.

El momento de empezar

La cotidianidad que hace muchos padres se afanen porque sus hijos empiecen a estudiar.

“Personalmente y a partir de mi experiencia profesional, pienso que un niño de por ejemplo 2 años, es muy pequeño para empezar. A los 2 años todavía se debe estar pendiente de su nutrición, y no nos podemos mentir, en un colegio con varios niños, los profesores no van a estar dedicados totalmente a cada uno. Además, cuando son pequeños son más propensos a enfermarse, a sufrir alergias o infecciones, por aquello de que muchos de sus órganos están en desarrollo, y sólo los padres pueden estar pendientes su salud y de llevarlos al médico cuando sea necesario. Cualquier cosa relacionada con la salud, puede afectar la capacidad atencional e intelectual del niño”, expresa Janeth Carballo.

Para la Psicóloga, la edad ideal es de 4 años, cuando pueden empezar con su preescolar de forma tranquila. Pero ahí no termina todo, pues es necesario evaluar el lugar en el que comenzará a estudiar.

“Es tan importante como firmar un contrato, por lo tanto, hay tener varias posibilidades y evaluar muchas cosas: los profesores, sus edades, pedir referencias de los colegios, conocerlos, conocer sus currículos, el trato que están dispuestos a darle a los niños, los valores que manejan, ver si se preocupan por su adaptación, si les ayudan a explorar sus talentos, cómo les ayudan a enfrentar sus temores, y todos los aspectos que sean necesarios”.

Fórmelos desde antes

Pero, aunque se sugiera la edad de 4 años para empezar a estudiar, es necesario trabajar con los chicos desde antes, con el fin de alistarlos para cuando llegue el momento.

“Lo que se puede hacer a los 3 años, por ejemplo, es incluirlos en un sitio de esparcimiento donde puedan jugar, relacionarse con niños, aprender a enfrentarse a personas y lugares desconocidos, a compartir, a controlar el esfínter, pero donde permanezcan por periodos muy cortos (dos horas estarían bien)”, manifiesta la Especialista.

“Se trata de un lugar donde el niño tenga más que clases, es decir, que también cuente con  acompañamiento para que vaya desarrollando su motricidad gruesa y fina a través de los juegos, donde corra y practique actividades acordes a las capacidades cognitivas que está desarrollando a esa edad. Cuando hablamos de cognitivas, nos referimos al pensamiento, análisis y percepción, a través de las cuales ellos aprenden a identificar cosas como los sonidos, por ejemplo”, añade.

Según Carballo, es ideal que también los padres integren a sus hijos desde pequeños en actividades como llevarlos al parque, fiestas, reuniones, o incluirlos en algún grupo deportivo o lúdico, para que aprendan a compartir, socializar e integrarse con otras personas, para que al momento de llegar al colegio, tengan más herramientas para enfrentarse a la situación.

Apoyo del colegio
La psicóloga Janeth Carballo, manifiesta la importancia de que la institución esté pendiente del niño, desde el momento en que se matricula.

“Es ideal que se haga una entrevista con los padres y se realice un perfil del niño para irlo conociendo y saber de qué manera tratarlo en un momento de crisis, como el llanto del primer día. Además, hay que tener presente que, la educación en esta etapa, va más allá de que hagan la tarea, en esta etapa lo que él necesita es vivencia, y esto requiere que incluso en el colegio inviten a los padres de vez en cuando a un día de clase, dónde se puedan integrar y el niño se sienta abandonado”.

¿Y cuándo llore?
Janeth Carballo, psicóloga.

“Es normal que llore. Lo ideal es tener paciencia con él, ayudarle a calmarlo y si es necesario, dale agua”.

“Es normal que los niños lloren la primera semana de colegio, pero si ya pasa un mes y el niño sigue llorando y no se adapta, hay que cambiarlo”.

“Hay que ayudarle transmitiéndole tranquilidad y no ansiedad, aunque sea esta última la que se sienta”.

miércoles, 2 de julio de 2014

La televisión en los niños

La televisión, al igual que la radio, los coches, el teléfono o los ordenadores, forma parte de nuestra vida cotidiana y de nuestros hogares, y es además un elemento fundamental de la cultura de nuestro tiempo; puede ser un medio de aprendizaje, fuente de educación y conocimientos.

El niño convive de forma natural con ella, comparte con sus amigos y familiares los contenidos de la televisión, y lo que ve en ella interviene en su desarrollo como persona. La televisión debe tener su lugar en la vida de un niño como cualquier otra actividad de ocio (como jugar, saltar, correr, leer o escuchar música).
Sin embargo, hoy día los niños ven demasiada televisión; y esto conlleva dos problemas principales: el tiempo que pasan delante del televisor y la programación en sí misma, lo que ven.

¿Pasan nuestros hijos demasiado tiempo viendo la televisión?

Los niños españoles dedican mucho tiempo a ver la televisión, siendo su principal actividad además de dormir. El promedio es de 22-25 horas semanales de TV, pero hay casas donde se ve una media de 6 horas diarias de televisión. En estos hogares suele haber pocos libros, poca música, la familia no viaja, ni pasea, ni va a los museos; tampoco se comunica fácilmente.

Dedicar mucho tiempo a la televisión supone dejar de hacer otras muchas cosas divertidas; hay que animar a los niños a hacer otras actividades, juegos y deportes, salir con los amigos. Para ello, los padres deben estar dispuestos a compartir más tiempo con sus hijos.
La televisión no puede ser un recurso fácil para desentenderse de los hijos, para que nos dejen un rato tranquilos, no es la "canguro" o niñera que mantiene quietos a los niños.

Otra costumbre a desterrar es la de tener encendido el televisor con el fin de tener compañía, porque se está aburrido o por pura inercia.
Ver mucha televisión produce fatiga y tensión nerviosa en el niño; a veces trastornos del sueño (insomnio y pesadillas).
Nunca se debe utilizar la televisión como premio o castigo; ni tampoco comer con la televisión encendida.

¿Qué aprenden nuestros hijos de la televisión?

La televisión enseña, educa, informa; todo depende de la actitud de padres e hijos ante ella. Pero, ¿qué aprenden? No todo lo que sale por televisión es malo, pero hay que aprender y enseñar a usar la televisión.

La elección de los programas está en relación con la edad del niño. A los niños mayores hay que estimularlos a que ellos mismos elijan sus programas; pero los padres deben conocer los contenidos de los programas que ven sus hijos y, siempre que sea posible, ver la televisión con ellos.
Cuando un niño ve televisión puede tener dificultades para diferenciar bien la realidad de la ficción y hay que aclarar bien estas situaciones.

Además, hay mucha violencia en televisión, mezclada con historias de héroes, buenos y malos, que estimula conductas agresivas en niños y adolescentes. Hay que evitar programas saturados de violencia y agresividad, y explicar lo que ocurre en la pantalla y por qué.

En televisión, las escenas se suceden de forma muy rápida, no hay continuidad de acción ni tiempo para pensar. Los niños reciben una gran cantidad de información en muy poco tiempo; pero se limitan a escuchar de forma pasiva, sin participar ni discutir. Esta actitud la trasladan a otras situaciones como la lectura y el estudio, no piensan, no desarrollan su imaginación. Por ello, fomentar la lectura y escritura le permitirá conseguir una mayor riqueza expresiva, aprender a razonar y pensar. La lectura es un proceso activo, que crea inquietudes.

La televisión tiene un enorme poder para crear estados de opinión, sobre muy diferentes temas de la vida cotidiana, educativos y culturales; siendo muy importante que los padres conozcan los contenidos de los programas que ven sus hijos y tratarlos con actitud crítica y dialogante.

La publicidad en televisión tiene un gran impacto en los niños, muchas veces con información errónea o engañosa; y se centra en dos aspectos que conllevan hábitos de consumo negativos:
Impulsa a desear juguetes, que no siempre hacen lo que se ve en TV, y no son los más adecuados para ellos, ni por precio ni utilidad; enseñando a consumir por consumir.

Insta a consumir alimentos, en general poco saludables para los niños (bollería, golosinas, refrescos, comidas rápidas), que predisponen a caries, obesidad y malos hábitos alimentarios.
Una dieta variada y equilibrada y enseñarles a ver la televisión con sentido crítico evita estos problemas.Inicio de la página

Televisión y violencia

Para asegurar el consumo de TV, las cadenas suelen abusar de los instintos básicos: sexo y violencia.
La Academia Americana de Pediatría ha aceptado la existencia de una relación causal entre la presencia de violencia en los medios de comunicación y la conducta agresiva de algunos niños. Aún sin estar establecida la correlación inmediata entre actos violentos y escenas similares emitidas por TV, parece fuera de duda que la visión de miles de asesinatos, violaciones, etc., parece desensibilizar frente a la violencia y generar la aceptación de vivir en un mundo violento. Por ejemplo, en los dibujos animados hay más episodios violentos que en los programas para adultos.

Los casos de violencia por mimetismo parecen tener su causa en la confusión de lo virtual con lo real, en la incapacidad de distinguir entre la lógica de la realidad, con su análisis ético, y la lógica interna del guión, con descripción de las imágenes. El ejemplo más clásico de confusión está entre las imágenes violentas virtuales (de película) y las reales de informativo (guerras, catástrofes, atentados, etc.).
Un niño normal en EE.UU. a los 14 años ha contemplado cómodamente 18.000 muertes violentas en TV, en Europa se emiten 40.000 homicidios anuales y en España más de 1.000 escenas violentas por semana. Por orden de frecuencia en Cataluña se pueden degustar golpes y agresiones, crímenes, exhibición de armas, violencia verbal y psicológica, vandalismo, secuestros, violaciones y agresiones sexuales, suicidios, torturas e incendios provocados.

Además, la violencia emitida no genera rechazo ya que "ganan los buenos y matan a los malos". El entorno violento es "realista", similar al del telespectador, presuponiéndose que la violencia es algo consustancial a nuestra vida cotidiana, implicando así al telespectador en un proceso de transmisión o aprendizaje social de valores morales y sociales.
Los niños menores de ocho años deberían aprender siempre, al lado del adulto que les acompaña ante la pantalla, a distinguir realidad de ficción y diferenciar así el discurso que ve en la pantalla de lo que sucede en su vida real, distinguiendo por ejemplo, violencia fílmica de violencia real. Debido a ello, las escenas de violencia muy claramente ficticias, con un entorno muy lejano al del espectador, ayudan a mantener la distancia con lo real y son menos perjudiciales que las realistas. Si recordamos los cuentos clásicos de la ratita, Caperucita, las cabritas, la Cenicienta, etc. comprobaremos que también estaban cargados de violencia, pero claramente ficticia y distante.

¿A qué conclusiones podemos llegar?

Ver menos tiempo la televisión es el primer paso en el camino correcto. En general, se recomienda no ver la televisión más de 1 hora al día (entre semana), y menos de 2-3 horas los fines de semana.
Ver la televisión en familia nos permite: conocer los contenidos de los programas que ven nuestros hijos y enseñarles a tener una actitud crítica y selectiva de todo lo que ven.
Es importante predicar con el ejemplo; los padres no pueden ser adictos de la televisión y deben saber discriminar los programas que ven en casa.

martes, 1 de julio de 2014

Como enseñarle a los niños a escribir

1Anima a tus hijos a dibujar desde pequeños.

Escribir no es otra cosa que dar forma a nuestro pensamiento, pero no hace falta saber escribir para representar nuestro pensamiento. Cuándo un bebé hace un dibujo, está poniendo en práctica su capacidad de abstracción, es decir, de dar forma a sus pensamientos. Anima a tus hijos a que pinten y dibujen desde antes de que empiecen a andar.

2Empieza por las vocales.

La escritura se compone de palabras, y éstas de letras, cada una de las cuáles representa un sonido. Cuando tus hijos empiecen a hablar, ayúdales a comprender que cada sonido se corresponde con una letra distinta. Empezar con las vocales suele resultar más fácil. Siéntate con tu hijo y traza con él las letras en un papel en blanco una y otra vez hasta que lo sepa hacer sólo.

3Sigue con las consonantes.

El siguiente paso es sentarte con tu hijo y enseñarle las consonantes. Que le quede claro que cada consonante y su respectivo sonido se corresponde con una letra. Siéntate con él y traza en un papel en blanco las letras  una y otra vez hasta que lo sepa hacer sólo. Ten paciencia, ¡te habrás dado cuenta que el número de consonantes que tiene el abecedario es muy superior al de las vocales!

4¡A escirbir palabras!

Ya hemos enseñado a nuestro hijo a escribir las vocales y las consonantes. Lo siguiente es enseñarle a combinarlas, es decir, a escribir palabras. Una palabra no es otra cosa que una representación de un concepto, y es importante que nuestro pequeño lo tenga claro. Una buena idea darle un folio con una foto de un objeto sencillo y hacer que escriba el nombre de dicho objeto. Por ejemplo, dibujar un burro en un folio y hacer que nuestro hijo escriba la palabra `burro´.

5La clave está en la paciencia.

Paciencia, paciencia y más paciencia. Aprender a escribir es algo que siempre ilusiona a un niño pequeño, pero también es algo muy difícil que puede llegar a resultar muy frustrante. Se paciente y pon mucho amor en la tarea